Cómo conseguir que tu relación de pareja funcione

¿Qué pautas seguir para obtener una relación satisfactoria de pareja en los albores del siglo XXI?. Los esquemas hombre-mujer del pasado siglo se nos han quedado caducos y, huérfanos de normas, cada uno se las ingenia como puede. Aquí te damos algunos consejos, a caballo entre la ciencia y la sabiduría popular, para que tu vida emocional funcione.

La doctora Marina Alcolado aporta sus conocimientos científicos y su experiencia personal para que ambos sexos nos podamos entender en este cruce de caminos y toma como portavoz a Margot, la suegra, para dar unos consejos en la novela "¡Hombres!...¿qué tenéis para que no podamos vivir sin vosotros?" (Editorial Nuevos Escritores).


Objetivo: hablar a los hombre sin rodeos

"Para que un hombre sepa lo que necesitas tienes que pedírselo con un lenguaje claro, breve, conciso y sin rodeos", afirma la sabia Margot en esta novela, después de añadir que los hombres han evolucionado de forma distinta a lo largo de millones de años, no dominan nuestro lenguaje ni saben lo que necesitamos. "La negociación en la pareja ha de ser continua y no has de dar nada por evidente", apostilla la experta.


Por el contrario, a juicio de la experta, al hombre no se le puede agobiar cuando está resolviendo sus problemas ni insistir en que te los cuente, porque necesitan aislarse y pensar, como cuando se encontraban en la cueva de sus antepasados. Numerosas mujeres transmitían de generación a generación a sus descendientes que, si osaban entrar en la cueva, un dragón les lanzaría llamaradas de fuego.

En los inicios del siglo XXI, el dragón ya no existe, pero0 el hombre atribulado puede entrar en cólera si interrumpimos sus momentos de intimidad y aún más, sentirse ofendido si le ofrecemos nuestra ayuda, porque considerará que no le creemos capaz de resolverlos por sí mismo.

Así, cuando un hombre está ensimismado en sus pensamientos, contempla simplemente las musarañas, zapea con el televisor o se concentra en trabajos manuales, hay que darle un respiro hasta que vuelva a la realidad, si no queremos que su cólera descienda sobre nosotras.

Y es que, a lo largo de miles de años de evolución, la función básica del hombre ha sido sustentar a su familia y protegerla de sus peligros, mientras que la misión femenina se sustentaba en la crianza de los hijos y el trabajo doméstico. Ahora, los roles han cambiado, el desconcierto es evidente y ambos sexos han de adaptarse.


Cómo solucionar la queja sexual

En esta novela, María, la nuera, se queja del distinto apetito sexual de su marido, muy por encima del suyo, y lo eleva a categoría sobre el de todos los hombres frente al de las mujeres. "El deseo masculino, producido por la testosterona, es más grande en el hombre que en la mujer y eso es así porque durante generaciones han necesitado esparcir sus semilla por doquier, de forma rápida, debido a que en las continuas guerras morían más rápido y más jóvenes que nosotras", le responde Margot.

Sin embargo, como en el principio, la solución está en el diálogo. "Pídele que te estimule más para que te despierte el deseo, que te acaricie la piel y que te susurre palabras de deseo al oído, algo que a toda mujer le excita, comos puede comprobarse por el éxito de los hombres sudamericanos, con su dulce acento y su bien aprendida verborrea de piropos", aconseja la sabia suegra.

Margot, que combina en el libro los consejos científicos con los de sabiduría popular, aborda también cómo combatir la infidelidad, "para que no sigan extendiendo su semillita pro doquier" y propugna las armas de la mujer inteligente "para que en su instinto primitivo se piensen que están con otra y así, a groso modo, satisfacer su promiscuidad!".

Así, aconseja a su nuera y a sus amigas algo tan tradicional como buscar ayuda en el hogar para tener más tiempo para estar con sus maridos y mantener la chispa de la vida encendida, no olvidarse de sesiones de estética, peluquería y modelitos de ropa íntima porque ¿sabéis que cuando la mujer se cambia de ropa interior, ellos piensan en su instinto primitiva, que están con otra?

Pero, ojo, tampoco hay que dejarse llevar por la libido del contrario y si el deseo femenino está en baja forma, volvamos al diálogo "corto, conciso y claro". "Cariño, estos días estoy muy cansada y necesito sentirme querida, mimada y acurrucada, más que hacer el amor", aconseja Margot como diálogo previo, no sin antes advertir que los hombres entienden hacer el amor como "dar cariño, porque esa es su forma de expresarse y la que ellos necesitan para poder vivir y es lo que tienden a ofrecerte, en primera instancia".


El rito de hacer las cosas de una en una

¿Es mi marido un vago? ¿Por qué yo puedo estar bañando al niño, hablar por teléfono, pensar en la próxima cena y acordarme de que tengo que comprar jabón y ellos titubean cuando se les piden dos cosas a la vez?

Pues no, dicen los antropólogos, por boca de Margot, que el hombre ha sido cazador a lo largo de miles de años de evolución y su cerebro está estructurado para hacer las cosas de una en una, como cazar, tener puntería y llevar comida al hogar, y eso no significa que no desee ayudarte, pero cada cosa a su tiempo...

Tampoco parece que los hombres encuentren en el hogar los útiles más cercanos, aunque los tengan ante sus ojos y es que, según los conocimientos científicos, los hombres poseen un campo visual más estrecho que la mujer, pero de mayor alcance, como si se tratara de un telescopio, mientras que el nuestro es más ancho, pero menos profundo. Por tanto, las mujeres vemos ampliamente en las distancias cortas con tan sólo un golpe de vista y ellos tienen que mover la cabeza hacia arriba, abajo, a la derecha e izquierda para localizarlo todo.

¿Hablando se entiende la gente?

Bien, los hombres sólo saben hacer las cosas de una en una y, además, sólo pueden escuchar los temas de uno en uno porque se pierden en la inmensidad de una conversación. Y, además, te interrumpen sin pensar en que es una falta de educación y que te están faltando al respeto.

"No es que no les importe lo que les están diciendo, es que no te siguen, no te pueden seguir, porque las neuronas de su cerebro no están interconectadas como las nuestras en ese campo y se pierden en un maremagno de frases que no les encuentran ni pies ni cabeza, así que, con un hombre sé clara, concisa y breve y trata los temas de uno en uno", remacha Margot. Muchos hombre responden a nuestro diálogo con la aportación inmediata de una solución, cuando la mujer tan sólo se quiere desahogar, por lo que Margot aconseja dialogar con otra persona del mismo sexo, "ya que los hombres tienen estructurado el cerebro para resolver problemas y no entienden que nosotras necesitemos hablar para desahogar nuestro saco emocional a no ser que lo explicitemos..."

Pero no nos agobiemos, que la unión con un hombre también tiene sus ventajas, como su entendimiento de los planos, su mayor habilidad al volante y su excelente sentido de la orientación. Seguro que sabe dónde está el norte antes que nosotras pero, ojo, no esperes que pregunte si se equivoca, porque su orgullo de macho se lo impedirá y preferirá dar cien vueltas antes que confesar que se ha equivocado...

Así, la comunicación con los hombres pasa por un diálogo en el que la mujer exprese sus necesidades y no acepte siempre los planteamientos masculinos, ya que ello le llevaría a la renuncia y, más tarde, al resentimiento. Así evitará convertirse, con el tiempo, en la imagen de la sonrisa de Mona Lisa, símbolo de la renuncia y de la resignación femenina, a juicio de la psicóloga Ute Ehrhardt.